sábado, 17 de julio de 2010

YIRA CASTRO ( 1942 - 1981)


“El marxismo- leninismo es la ciencia que muestra el verdadero camino que conduce a la liberación femenina y a la conquista de la plena igualdad de derechos. Ese camino es el mismo que debe recorrer la clase obrera y por lo tanto el puesto de la mujer está en el partido de clase del proletariado”
Yira Castro.

A sólo pocos días de la condena histórica contra el Estado colombiano, por el asesinato del senador Manuel Cepeda Vargas, dirigente de la Unión Patriótica; quienes nos alegramos con la noticia, recordamos por estos días el aniversario de muerte de Yira Castro de Cepeda: su compañera de lucha.

Al igual que su esposo, Yira Castro también fue militante del PCC. Defensora acérrima de los derechos del proletariado y de la mujer. Es por eso que es preciso traer a colación el viejo refrán que dice “Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”.

Para quienes aún desconocen su papel de defensora de los derechos de la clase obrera y de la mujer, Yira Castro fue dirigente del Partido Comunista Colombiano. Siendo muy joven ingresó a la JUCO, donde llegó a ser una gran agitadora de las cusas revolucionarias y, por esta razón, fue detenida, por primera vez, a los 17 años. En vista de que su dedicación a la causa del pueblo se hace más intensa, sería detenida un par de veces más en el transcurso de su corta pero fructífera existencia, sin convertirse esto, en un osbtáculo para la persecución de sus objetivos. Más adelante se hizo miembro del Comité Regional de Bogotá y trabajó en la redacción de Semanario comunista Voz Proletaria, el cual funciona hoy bajo el nombre de Semanario Voz.
Hizo parte también del Círculo de periodistas de Bogotá. Siendo ya la esposa del entonces tambien miembro del PCC, Manuel Cepeda Vargas, por decisión del partido, viajan a Cuba y a Checoslovaquia, lo cual les permite conocer el socialismo más de cerca. Estando en la capital de Checoslovaquia, Yira Castro crea un periódico mural para América Latina. Luego de una productiva carrera en el PCC, es elegida, en 1980, al concejo de Bogotá. Labor que logra ejercer por corto tiempo debido a que, en medio de tantas luchas, hubo una que no logró vencer: la lucha contra la inevitable muerte . Yira Castro fallece en forma prematura, debido a una extraña enfermedad, el 9 de julio de 1981.

Es importante destacar su labor como organizadora de las masas populares, pero también su labor como defensora de los derechos de la mujer.
Este artículo ha sido pensado con el fin de homenajear su memoria e invitar a las mujeres colombianas comprometidas con la causa, a seguir adelante con la lucha por la igualdad de derechos y la emancipación femenina dentro de la sociedad que las oprime, teniendo en cuenta que la opresión de las mujeres es inherente a la existencia de la sociedad clasista.

Los reportajes que Yira Castro escribía para Voz proletaria, tenían como objetivo mostrar la realidad que enfrentaban a diario las mujeres de la clase obrera, a quienes consagró gran parte de su tiempo, luchando por su liberación y tratando siempre de encontrar una solución viable a su situación de mujeres víctmas de la discriminación y explotación propias del sistema capitalista. Al igual que Mary Wollstonecraft, esta luchadora por la liberación femenina, argumentaba que también las mujeres tienen derecho a la libertad.

Comprendia perfectamente esta mujer genial, que para conseguir la liberacion de la mujer había que apoyarse en las teorías de Lenin acerca de la liberación femenina y ponerlas en práctica. Y lo que Lenin propuso hace tiempo fue nada menos que “Con la liberación de la clase obrera y la eliminación de la explotación, se podrá obtener la liberación de la mujer, la igualdad y la plenitud de los derechos que únicamente se conquistaran en la lucha por los objetivos revolucionarios comunes”.

La labor de esta mujer con ideología marxista-leninista, es comparable a la de mujeres como Maria Cano, primera mujer líder política en Colombia, quien dirigió la lucha por los derechos civíles fundamentales de la población y por los derechos de los obreros. Quien participó, además, en la fundación del Partido Socialista Revolucionaria.

Desde Mary Wolstonecraff, Clara Zetkin, Simone Weil, Alexandra Kollantai, Rosa Luxemburgo, Simone de Beauvoir, hasta María Cano y Yira Castro de Cepeda, hacen parte de un armonioso conjunto de pensadoras de diferentes tendencias, pero todas motivadas por el deseo de liberación femenina y por la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres dentro de la sociedad. Mujeres dedicadas a luchar por la emancipación de la mujer y de la clase obrera, tan consagradas a su causa que, algunas de ellas, Simone Weil, Rosa Luxemburgo, Yira Castro, murieron en esta lucha o a causa de ésta.

Yira Castro de Cepeda fue educadora, periodista, Concejal de Bogotá. Pero además, una esposa y una madre consagrada al hogar, “una mujer digna de seguir su ejemplo”, como afirma Cepeda Vargas, en la biografía que escribió poco tiempo después de que la inexorable muerte le arrancara de los brazos a su amada esposa.

Para homenajear a esta gran humanista colombiana en su aniversario de muerte, las personas agradecidas con su causa, enarbolamos hoy, su bandera de la alegría, mientras alimentamos a diario la esperanza de que nuestro pueblo, en algún momento, “creará otras Yiras”.


RENATA CABRALES.

EL ALZHEIMER DE INGRID.


Creo que el primero en notarlo fue su ex marido: Juan Carlos Lecompte (pobre bobo) a quien Ingrid se le olvidó darle las gracias por todos los esfuerzos que hizo por su liberación, y su única señal de agradecimiento el día de su rescate, fue mirarlo como médico a paciente desahuciado (ya se vislumbraban los primeros síntomas de la penosa enfermedad: la desahusiada es ella ).


Al escuchar la noticia del fallo de la demanda contra el Estado colombiano, a favor de los familiares del asesinado senador Manuel Cepeda, lloré de felicidad, no sólo porque al fin se hizo justicia, como también porque su hijo Ivan Cepeda, dedicado a la búsqueda de la justicia, la verdad y la reparación integral a las victimas del genocidio de la UP, ha destinado este dinero a un fondo en beneficio de los hijos y nietos de las víctimas de dicho genocidio. Ésto sólo lo hace alguien, cuyo interés no es, en definitiva, lucrarse con el dinero de los colombianos.

Pero por fortuna de algunos pocos, vivimos en un país con una clase dirigente que padece un mal endémico: Mal de Alzheimer. El primero en reconocer que lo padecía fue Mockus. Pero ¿quién quiere saber de Mockus y su Ola Verde en este momento?

Nos encontramos ahora con la ignominiosa situación por la que atraviesa el representante a la cámara por Bogotá: Ivan Cepeda. Por fin hubiera podido respirar un poco de tranquilidad, después de haber comprobado que la justicia cogea, pero llega, cuando otro par de enfermos de Alzheimer salen al acecho: Andrés Felipe Arias quien olvidó que el pueblo lo odia por el escándalo de Agro-robo-seguro y José obdulio Gaviria, a quien se le olvidan sus genes cada vez que sale a despotricar en contra de inocentes. A este par de aves de rapiña se les olvidó, que el Senador Cepeda, vilmente asesinado, fue la víctima y no el victimario.

Pero no hay Alzheimer en estado más avanzado que el que padece la ex-candidata a la presidencia: Ingrid Betancourt. Creo que el primero en notarlo fue su ex marido: Juan Carlos Lecompte (pobre bobo) a quien Ingrid se le olvidó darle las gracias por todos los esfuerzos que hizo por su liberación, y su única señal de agradecimiento el día de su rescate, fue mirarlo como médico a paciente desahuciado (ya se vislumbraban los primeros sintomas de la penosa enfermedad: la desahusiada es ella).

Poco a poco la enfermedad fue tornándose implacable. Ingrid olvidó que los colombianos lloraron (no todos) cuando vieron recorrer el mundo a su dramática foto en cautiverio. Olvidó Ingrid, que la famosa Operación Jaque, llevada a cabo por las Fuerzas Militares de Colombia, no fue gratis. Se le olvidó a Ingrid que hasta el gobierno Francés intervino en la negociacion para liberar a Granda, canciller de las FARC, para hacer más factible su liberación. Se le olvida a la dama la importancia de llamarse Ingrid, porque de nos ser por eso estaría acompañando a los cientos de colombianos anónimos que aún están en cautiverio y por los que nadie hace nada.

Se le olvida a esta damita afrancesada que cada día aumentan más las cifras de personas víctimas del desplazamiento y que el gobierno, con el descaro que lo caracteriza, ha finiquitado la limosna que les daba, queriendo decir que ya todo está solucionado para esta población; cuando aún hay millones de víctimas esperando ser indenizados, con la esperanza de que se cumplan las órdenes emitidas por la corte constitucional, para así poder superar el estado de cosas incostitucional y recibir la atención a la cual tienen derecho y prioridad.

Se les olvidó a Don Quijote (Ingrid) y también a Sancho (Clara) la advertencia de no transitar por la Zona del Caguán a realizar misiones quijotescas, porque corrían el riesgo de ser secuestradas por las FARC.

Pero como Ingrid ya no es colombiana, esto no sólo se le ha olvidado, sino que no le importa, y es que la módica suma de dinero (¿simbólica?) por la que demandará al Estado colombiano, saldrá del bolsillo de nosotros. De los impuestos que pagamos los colombianos.

Peor aún, y esto, en definitiva, demuestra su incapacidad mental, es que se le olvida a la madame, que los colombianos tendremos que aguantarnos la ridicula serie del Canal Caracol acerca de la Operación Jaque, donde ella será la protagonista y donde quedará como un personaje histórico de nuestro país. Propongo que la serie se llame “Todo por la plata” y que la mala del paseo sea la ex-candidata, que quienes la adoraban, ahora la odien, y que suceda como en las telenovelas mexicanas: al final la mala termina en el manicomio. Y que los franceses ya no la llamen Juana de Arco sino Juana la loca.

El Mal de Alzheimer es, entonces, una enfermedad degenerativa del cerebro: muy grave, no tanto para quien la padece, como para el pueblo colombiano.

lunes, 12 de julio de 2010

ALEJANDRA CAMARGO CABRALES (1993-1996). ¿Un caso más de impunidad?

ALEJANDRA CAMARGO CABRALES o caso 5000 de la Fiscalía General de la Nación: víctima de la insaciable sed de poder de los ganaderos cordobeses. Un caso más que se le imputa, sin castigo, a SALVATORE MANCUSO: un pobre diablo que pide perdón por haber matado “erróneamente” a una niña de dos años y ocho meses de edad, y no a su abuelo, defensor de derechos humanos; objetivo militar, según su asesina organización: las AUC.
Para su madre y familiares, que aún la lloran cada 11 de junio, día de su injusta muerte, ALEJANDRA no es un CASO más. Ella vive en sus corazones y la recuerdan como a una niña inteligente y con una conciencia social, que brilla por su ausencia en la clase dominante de un país desangrado por la violencia.
Alejandra vivía en un barrio de estrato bajo de Montería, donde la mayoría de habitantes son obreros asalariados: explotados y oprimidos. Compartía a diario con niños pobres, menos favorecidos que ella. Esta niña, cuya conciencia social no la “recogía del piso”, era privilegiada gracias al esfuerzo de su madre y abuelos por brindarle, haciendo valer los derechos del niño, alimentación, educación, y atención médica. Derechos que han sido negado a la muchos niños de dicha población de la costa atlántica.
Pero a Alejandra no le importaban los esfuerzos de sus progenitores, pues sólo pensaba en los menos afortunados: sus vecinitos, los niños con los que compartía cada día de su vida. Su mejor amiga era Mime, una desafortunada coetánea. Como Alejandra, Mime era hija de madre soltera. Pero la madre de Mime no tuvo acceso a la educación, así que sus oportunidades laborales eran ínfimas. Así, si Mime desayunaba, no almorzaba ni comía. Pero Alejandra notó, con demasiada preocupación para su edad, que no era justo ver sufrir a una niña por hambre, y que lo que en su casa abundaba, en la de Mime faltaba sin justicia divina. Y, para que su amiguita no sufriera por la escasez de alimentos, Alejandra la invitaba a su casa, cada tarde, y le ofrecía su comida. Esta niña, tan pequeña entonces, se “sacaba la comida de la boca” para satisfacer una necesidad básica insatisfecha de otra niña.
El altruismo precoz, Alejandra lo heredó de su abuelo: RENÉ CABRALES SOSSA. Quien fue el presidente del sindicato de trabajadores de la Universidad de Córdoba hasta el momento de su mayor desgracia, la noche del 10 de junio de 1996. Noche en que lo sorprendieron con una ráfaga de plomo donde residía con su mujer, su hijo, sus hijas y su nieta Alejandra en aquél olvidado barrio de Montería.
René no esperaba que la recompensa por defender los derechos de los obreros explotados fuera la muerte de su amada nieta. Siempre actuó como Jesucristo, repartiendo pan al hambriento y agua al sediento. Pero sus misiones, muchas veces, eran quijotescas. Se convirtió, así, en la piedra en el zapato para los sanguinarios miembros de las AUC. Paramilitares y narcotraficantes, quienes robando y asesinando a los más débiles, se apoderaron de Córdoba. También hicieron numerosas masacres (Mapiripan, El Aro, La Gabarra, El salado) comandados por “el mono Mancuso” o “triple cero”, apoyados por el ejército y otras instituciones del Estado colombiano. Dejaron campesinos sin su tierra, a madres sin hijos y mujeres sin marido. No les importaba. Sólo deseaban tierras y poder.
Luego estos exterminadores se metieron en la Universidad de Córdoba para adueñarse de esta entidad del Estado. René quiso impedirlo como muchos otros voceros del pueblo. Fue inútil. Sus deseos de redentor lo hicieron crucificar. Se convirtió en objetivo militar para el gran verdugo: SALVATORE MANCUSO. Éste, sin misericordia (palabra que desconoce) dio órdenes de matarlo en su casa con toda su familia. Pero René se salvó, el resto de su familia también. Fue Alejandra quien no escapó al destino: una bala en la cabeza cegó su vida y sus deseos de defender, como su abuelo, los derechos de los menos favorecidos en esta sociedad que se derrumba en silencio ante los ojos indiferentes de la mal llamada justicia.
ALEJANDRA CAMARGO CABRALES pasó de ser una niña altruista, a ser un delito más de los NARCOPARAMILITARES apoyados por el Estado colombiano.